sábado, 20 de marzo de 2010
Desamor
Yo queria darte amor,
tu de mi no querias nada.
al final tu tuviste lo que deseabas
y yo mi amor por ti en forma de dolor
guardado dentro de mi corazon
martes, 15 de diciembre de 2009
Tradiciones de un pueblo alemán preservadas a través del tiempo en Venezuela (+Video)
Luce como una foto de Alemania, pero esto es a La Colonia Tovar. Un poblado de 14000 personas en Venezuela a 60 kilometros de Caracas.
La colonia Alemana fue establecida en 1843 por aldeanos de la Selva Negra que llegaron a Venezuela en busca de una mejor vida al otro lado del océano.
Se originó como un convenio entre los gobiernos de ambos países, para traer agricultores europeos. Fue así como los primeros alemanes vinieron a cultivar esta fértil montaña.
Más de 150 años después, este pequeño pedazo de Alemania es una atracción turística, los visitantes vienen a comer fresas con crema y una buena cerveza. Hoy en día, hay diversas familias que descienden de los primeros alemanes que llegaron al país, las cuales mantienen su lenguaje y cultura.
Es así como La Colonia Tovar es una muestra del viejo continente aquí en nuestro propio país.
La colonia Alemana fue establecida en 1843 por aldeanos de la Selva Negra que llegaron a Venezuela en busca de una mejor vida al otro lado del océano.
Se originó como un convenio entre los gobiernos de ambos países, para traer agricultores europeos. Fue así como los primeros alemanes vinieron a cultivar esta fértil montaña.
Más de 150 años después, este pequeño pedazo de Alemania es una atracción turística, los visitantes vienen a comer fresas con crema y una buena cerveza. Hoy en día, hay diversas familias que descienden de los primeros alemanes que llegaron al país, las cuales mantienen su lenguaje y cultura.
Es así como La Colonia Tovar es una muestra del viejo continente aquí en nuestro propio país.
domingo, 1 de febrero de 2009
Viajeros y aventureros alemanes en Venezuela (Segunda parte)
En ese grupo destaca el geógrafo Wilhelm Sievers, cuya obra contiene valiosas informaciones en el ámbito de la geografía venezolana en las cuales destaca la potencialidad de sus variados recursos físicos y humanos y la oportunidad que ellos representan para la Alemania imperial en plena expansión. Sus viajes y sus dos obras principales fueron, en efecto, financiadas por la Sociedad Geográfica (Geographische Gesellschaft) de Hamburgo. En el caso de Paul Preuss, fue justamente el denominado Comité de Comercio Colonial (Kolonialwirtschaftliches Komitee) quien sufragó el viaje y los gastos de la impresión y distribución de la obra, en verdad muy interesante desde el punto de vista de la visión imperial alemana de la época por cuanto establecía los recursos comparados de los paisajes tropicales africanos y americanos.
Las memorias de los empleados de las casas comerciales tienen otro contenido y finalidades. Su interés principal es ofrecer con sencillez y sin mayores pretensiones un cuadro de la vida en Venezuela en los años de juventud de sus autores. Escritos por lo general en casa, una vez instalados en Alemania, estos recuerdos están ligados a la actividad comercial que sus autores realizaron; estas memorias muestran además, los mejores detalles de la vida interna de las casas comerciales alemanas en el país como también variadísimos aspectos de mentalidades y vida cotidiana venezolana. La gran ventaja de estas descripciones, contrariamente a las de corte científico, es que algunos de sus autores permanecieron muchos años en el país y el tiempo, si no el único bien entendido, es un elemento primordial para comprender, y apreciar en sus diferentes matices, una cultura diferente.
DE LAS ARMAS DE LOS GERMANOS
La lucidez de la percepción alemana del paisaje venezolano tiene diversas aristas. En primer lugar, muchos de los científicos, viajeros en general, y agentes comerciales habían leído con anterioridad la obra de Alexander von Humboldt, base fundamental de aproximación al paisaje a visitar. Algunos la tomaron como una especie de guía de viaje y, por su influencia, recorrieron no pocas veces los mismos lugares que visitara Humboldt en su oportunidad. Los viajeros establecen así, comparaciones con la nueva realidad que observaban, preciosa fuente para establecer los cambios geográficos en el análisis de la geografía histórica. Ese encuentro, no obstante, fue una decepción porque las cosas habían cambiado, no siempre para bien.
Importante también: casi todos los viajeros alemanes tenían conocimientos del español. Algunos tomaron clases antes del viaje, otros lo perfeccionaron en el país. Esta importancia otorgada a la lengua es fundamental en la interpretación de lugar que se visitaba, en particular cuando se trata de opiniones sobre su geografía humana. Dicho de otra manera, gracias al dominio del español, los alemanes mantuvieron en general estrecho contacto con ese otro que aquí habitaba, tan diferente a su mentalidad y manera de ser. Describir y estudiar ríos, montañas, animales o plantas es una cosa, los hombres otra.
La preocupación entonces por aprender el español es típicamente alemana, que se convierte a veces en una obsesión. Viajeros ilustrados como Sievers, dedican algunas líneas para describir su preparación lingüística pues, en su concepto, es necesario cuando uno visita tierra extranjera por lo menos grabar en la mente los principios básicos de la lengua. Sievers agregaba, además, que era falso que en los países de habla hispana pudiese uno desenvolverse con francés o italiano.
Ala inversa, los alemanes aprecian a quienes hablan su lengua porque, ciertamente, ellos conocen muy bien sus dificultades. Era así también en el siglo XIX. Eso lo experimentó en carne propia Federico Chirinos, nombrado Ministro Presidente en Alemania en 1893. Desde su nombramiento, considerada una decisión “espléndida”, la legación imperial de Alemania en Venezuela manifestó su satisfacción porque, entre otras cosas, Chirinos “conoce de modo tan general la lengua alemana”. La correspondencia del ministro desde Berlín, señala también el beneplácito del Secretario de Relaciones Exteriores, cuya acogida “fue muy cordial, sobre todo por hablar yo el alemán”. La entrevista con el Emperador no fue menos placentera. No más empezar – según Chirinos – el monarca le preguntó dónde había aprendido la lengua y en que universidades alemanas había estudiado.
Las memorias de los empleados de las casas comerciales tienen otro contenido y finalidades. Su interés principal es ofrecer con sencillez y sin mayores pretensiones un cuadro de la vida en Venezuela en los años de juventud de sus autores. Escritos por lo general en casa, una vez instalados en Alemania, estos recuerdos están ligados a la actividad comercial que sus autores realizaron; estas memorias muestran además, los mejores detalles de la vida interna de las casas comerciales alemanas en el país como también variadísimos aspectos de mentalidades y vida cotidiana venezolana. La gran ventaja de estas descripciones, contrariamente a las de corte científico, es que algunos de sus autores permanecieron muchos años en el país y el tiempo, si no el único bien entendido, es un elemento primordial para comprender, y apreciar en sus diferentes matices, una cultura diferente.
DE LAS ARMAS DE LOS GERMANOS
La lucidez de la percepción alemana del paisaje venezolano tiene diversas aristas. En primer lugar, muchos de los científicos, viajeros en general, y agentes comerciales habían leído con anterioridad la obra de Alexander von Humboldt, base fundamental de aproximación al paisaje a visitar. Algunos la tomaron como una especie de guía de viaje y, por su influencia, recorrieron no pocas veces los mismos lugares que visitara Humboldt en su oportunidad. Los viajeros establecen así, comparaciones con la nueva realidad que observaban, preciosa fuente para establecer los cambios geográficos en el análisis de la geografía histórica. Ese encuentro, no obstante, fue una decepción porque las cosas habían cambiado, no siempre para bien.
Importante también: casi todos los viajeros alemanes tenían conocimientos del español. Algunos tomaron clases antes del viaje, otros lo perfeccionaron en el país. Esta importancia otorgada a la lengua es fundamental en la interpretación de lugar que se visitaba, en particular cuando se trata de opiniones sobre su geografía humana. Dicho de otra manera, gracias al dominio del español, los alemanes mantuvieron en general estrecho contacto con ese otro que aquí habitaba, tan diferente a su mentalidad y manera de ser. Describir y estudiar ríos, montañas, animales o plantas es una cosa, los hombres otra.
La preocupación entonces por aprender el español es típicamente alemana, que se convierte a veces en una obsesión. Viajeros ilustrados como Sievers, dedican algunas líneas para describir su preparación lingüística pues, en su concepto, es necesario cuando uno visita tierra extranjera por lo menos grabar en la mente los principios básicos de la lengua. Sievers agregaba, además, que era falso que en los países de habla hispana pudiese uno desenvolverse con francés o italiano.
Ala inversa, los alemanes aprecian a quienes hablan su lengua porque, ciertamente, ellos conocen muy bien sus dificultades. Era así también en el siglo XIX. Eso lo experimentó en carne propia Federico Chirinos, nombrado Ministro Presidente en Alemania en 1893. Desde su nombramiento, considerada una decisión “espléndida”, la legación imperial de Alemania en Venezuela manifestó su satisfacción porque, entre otras cosas, Chirinos “conoce de modo tan general la lengua alemana”. La correspondencia del ministro desde Berlín, señala también el beneplácito del Secretario de Relaciones Exteriores, cuya acogida “fue muy cordial, sobre todo por hablar yo el alemán”. La entrevista con el Emperador no fue menos placentera. No más empezar – según Chirinos – el monarca le preguntó dónde había aprendido la lengua y en que universidades alemanas había estudiado.
El dominio de la lengua española va incluso más allá. En términos sólo aparentemente económicos, una de las llaves de éxito de las casas comerciales alemanas en Venezuela fue el hecho de que sus representantes, empleados y viajeros comerciales hablasen español; a través de la lengua se familiarizaban con el ambiente, captaban y asimilaban las costumbres locales lo cual les llevaba a comprender, entre otras cosas, la extrema importancia de las relaciones de amistad y compadrazgo en el mundo de los negocios locales. El español entonces era un vínculo fundamental con el otro. Una manera de acercarse a él, de comprenderlo y de complacerlo.
Esta ventaja competitiva la observó muy bien el cónsul estadounidense en Maracaibo, Eugene Plumacher, quien, en 1904, planteaba con cierta desazón que los alemanes hablaban, además de inglés y francés, “Spanish fluently”, lo que obviamente les permitía conocer “all the wants of most of the people in the interior”, ser “personally known to most of the leading men” y, por supuesto, ganarse “the sympathies of the people with whom they have intercourse”. La lengua entonces, entre otros factores, les otorgaba una envidiable “connaissance approfondie des besoins et des possibilités de ce pays”, tal como expresaba un autor francés años más tarde.
Cosas parecidas comentaba también, en 1910, Guy Gilliat-Smith, vicecónsul británico en Caracas, razón por la cual recomendaba a los mercaderes británicos enviar al país “reliable agents with a good knowledge of Spanish and of Southamerican customs and methods”. El
diplomático enfatizaba, además, que los catálogos de productos, aunque estuviesen traducidos, servían muy poco sin agentes que hablasen el idioma. Un año antes otro diplomático inglés acreditado en Caracas, escribía a Londres informando que el comercio alemán había aumentado considerablemente entre 1908 y 1909 por el conocimiento de la lengua de sus agentes a pesar de la competencia de los Estados Unidos, más cerca en todo caso de Venezuela.
Dos de los informes provienen, justamente, de anglosajones, cuyo fuerte no es hablar lenguas extranjeras, producto, como observaba Sievers en el caso inglés, de la arrogancia de ese pueblo insular de pretender que todo el mundo tenía que entender y hablar su lengua. El otro es de un francés, quien expresaba entre líneas la decadencia de la presencia francesa en Venezuela, de lo cual también se quejaba otro galo, al observar que los alemanes – junto a los italianos y españoles – desplazaban del país la “France et sa grandeur”.
No menos importante de este proceso de observación del país, es que los alemanes gozaban de muy buena fama. Considerados talentosos, trabajadores y tenaces, ellos recibieron ayuda local en no pocos momentos. Casi todos los viajeros llegaban a Venezuela con cartas de presentación para familias alemanas y venezolanas, cuyos miembros, no actuaban como simples anfitriones sino como guías y consejeros.
Casos así no eran excepcionales, pero aún sin tener la ventaja de un Franzius, los alemanes por regla general se acomodaban con rapidez a su entorno, asunto que no era así del todo en otros países latinoamericanos donde, según autores como Friedrich Katz, los súbditos alemanes
no sólo “rara vez se asimilaban” sino que “lo más frecuente era que expresaran gran desdén por su nuevo país adoptivo”. Este no fue el caso, en términos generales, en Venezuela.
viernes, 2 de enero de 2009
Viajeros y aventureros alemanes en Venezuela (Primera parte)
Estas navidades me han regalado varios libros sobre historia de Alemania y de Venezuela. Me encanta la historia. Y me ha gustado mucho el trabajo del profesor Jose Angel Rodriguez sobre "Venezuela en la mirada alemana (paisajes reales e imaginarios en Louis Glöckler,
Carl Geldner y Elisabeth Gross, 1850–1896)" publicado en Caracas hace 8 años. Pero no había tenido oportunidad de leerlo hasta ahora.
No hay rincón de Venezuela donde los visitantes extranjeros no hayan puesto su pie y mirada en el siglo XIX. Es por ello, que sus testimonios escritos y gráficos son tan importantes para los estudios históricos en Venezuela. Son ellos una parte vital de nuestro pasado, en particular del siglo XIX, cuyas fuentes históricas están dispersas y existen vacíos de información considerables, sea por la acción del fuego de montoneras y revoluciones sobre el papel en su momento, cuando no por pérdidas posteriores, resultado de otras intervenciones sobre nuestra memoria escrita.
En los testimonios de los viajeros los paisajes venezolanos se abren ante el lector contemporáneo, y en particular para el estudioso del pasado, con diversas formas, colores y sabores: descripciones físicas y climáticas, los matices regionales de la vida cotidiana, costumbres y mentalidades. De esta manera, a través de las diversas texturas de su palabra, recorremos con ellos caminos polvorientos, ríos caudalosos, mares tormentosos, montañas empinadas, valles en hondonadas profundas, llanos altos y bajos, ciudades de madera, de cal y piedra, paisajes de cacao, café, añil, algodón, paisajes azucarados, como los valles de Aragua, o salobres como las montañas de Araya frente a Cumaná.
ALEMANES DEL ASOMBRO
Entre los visitantes decimonónicos (que suman alrededor de 200) han sido los alemanes los más acuciosos de nuestra geografía física y humana. La lista es larga, ciertamente, pero sólo citamos de quienes hemos leído al menos una de sus obras. Entre otros podríamos señalar a Karl Moritz, auténtico explorador de flores e insectos, quien llegó a Venezuela en 1835 y murió en la olonia
Tovar en 1866, Robert Schomburgk, geógrafo al servicio de la Sociedad Geográfica de Londres, quien viajó por el sur del territorio entre 1835 y 1839, y cuyas líneas cartográficas casi acaban con la Guayana venezolana. Más amable fue Ferdinand Bellermann, pintor de paisajes vegetales y urbanos entre 1842 y 1845 o Louis Glöckler quien desarrolló una intensa labor a favor de la imagen de Venezuela en Alemania y por la inmigración de alemanes a Venezuela.
No menos importantes son Hermann Karsten, botánico y geólogo de pie incansable quien visitara gran parte del territorio venezolano entre 1844 y 1847, y luego entre 1848 y 1852, y Franz Engel, viajero entre 1855 y 1857, conocedor de guajiros, de palmeras y orquídeas. ¿Cómo olvidar al zoólogo, botánico y dibujante Karl Ferdinand Appun, quien vivió una década en Venezuela, entre 1849–1859, descubriendo plantas, paisajes y hombres, a Anton Goering, Friedrich Gerstäcker o a Carl Sachs?
Otros viajeros son, por desgracia, menos conocidos. Es el caso del geógrafo Wilhelm Sievers cuya importante obra sobre Venezuela está todavía por traducir. Sievers constituye, en ese sentido, después de Humboldt y Codazzi, el geógrafo más importante que pisara tierra venezolana en el siglo pasado tanto por su legado escrito como cartográfico. Otro viajero de excelencia académica fue Paul Preuss, en su época director del Jardín Botánico de Camerún, quien vino brevemente a Venezuela en 1899 e hizo estudios comparativos de las tierras tropicales americanas y africanas en base de los cultivos de la caña de azúcar, el café y, de manera particular, el cacao.
Otra visita corta, pero no por ello menos sugestiva, la hizo a fines de siglo Ernst von Halle, agudo observador de la vida cotidiana y cuyo testimonio fue publicado por un importante diario hamburgués. Con una vivencia muy diferente en Venezuela, el maestro de escuela Theodor Messerschmidt dejó también su testimonio de 6 años de trabajo en los Andes venezolanos. En el Estado Táchira permaneció desde 1886 hasta 1892 y fue allí el director de una escuela normal enSan Cristóbal. Al regresar a Hamburgo, se dedicó allí a la docencia y fundó en la localidad de Altona una academia de lenguas y comercio, la cual rebautizó con el nombre de “Presidente Gómez de Venezuela” el 19 de abril de 1927.
En los testimonios de los viajeros los paisajes venezolanos se abren ante el lector contemporáneo, y en particular para el estudioso del pasado, con diversas formas, colores y sabores: descripciones físicas y climáticas, los matices regionales de la vida cotidiana, costumbres y mentalidades. De esta manera, a través de las diversas texturas de su palabra, recorremos con ellos caminos polvorientos, ríos caudalosos, mares tormentosos, montañas empinadas, valles en hondonadas profundas, llanos altos y bajos, ciudades de madera, de cal y piedra, paisajes de cacao, café, añil, algodón, paisajes azucarados, como los valles de Aragua, o salobres como las montañas de Araya frente a Cumaná.
ALEMANES DEL ASOMBRO
Entre los visitantes decimonónicos (que suman alrededor de 200) han sido los alemanes los más acuciosos de nuestra geografía física y humana. La lista es larga, ciertamente, pero sólo citamos de quienes hemos leído al menos una de sus obras. Entre otros podríamos señalar a Karl Moritz, auténtico explorador de flores e insectos, quien llegó a Venezuela en 1835 y murió en la olonia
Tovar en 1866, Robert Schomburgk, geógrafo al servicio de la Sociedad Geográfica de Londres, quien viajó por el sur del territorio entre 1835 y 1839, y cuyas líneas cartográficas casi acaban con la Guayana venezolana. Más amable fue Ferdinand Bellermann, pintor de paisajes vegetales y urbanos entre 1842 y 1845 o Louis Glöckler quien desarrolló una intensa labor a favor de la imagen de Venezuela en Alemania y por la inmigración de alemanes a Venezuela.
No menos importantes son Hermann Karsten, botánico y geólogo de pie incansable quien visitara gran parte del territorio venezolano entre 1844 y 1847, y luego entre 1848 y 1852, y Franz Engel, viajero entre 1855 y 1857, conocedor de guajiros, de palmeras y orquídeas. ¿Cómo olvidar al zoólogo, botánico y dibujante Karl Ferdinand Appun, quien vivió una década en Venezuela, entre 1849–1859, descubriendo plantas, paisajes y hombres, a Anton Goering, Friedrich Gerstäcker o a Carl Sachs?
Otros viajeros son, por desgracia, menos conocidos. Es el caso del geógrafo Wilhelm Sievers cuya importante obra sobre Venezuela está todavía por traducir. Sievers constituye, en ese sentido, después de Humboldt y Codazzi, el geógrafo más importante que pisara tierra venezolana en el siglo pasado tanto por su legado escrito como cartográfico. Otro viajero de excelencia académica fue Paul Preuss, en su época director del Jardín Botánico de Camerún, quien vino brevemente a Venezuela en 1899 e hizo estudios comparativos de las tierras tropicales americanas y africanas en base de los cultivos de la caña de azúcar, el café y, de manera particular, el cacao.
Otra visita corta, pero no por ello menos sugestiva, la hizo a fines de siglo Ernst von Halle, agudo observador de la vida cotidiana y cuyo testimonio fue publicado por un importante diario hamburgués. Con una vivencia muy diferente en Venezuela, el maestro de escuela Theodor Messerschmidt dejó también su testimonio de 6 años de trabajo en los Andes venezolanos. En el Estado Táchira permaneció desde 1886 hasta 1892 y fue allí el director de una escuela normal enSan Cristóbal. Al regresar a Hamburgo, se dedicó allí a la docencia y fundó en la localidad de Altona una academia de lenguas y comercio, la cual rebautizó con el nombre de “Presidente Gómez de Venezuela” el 19 de abril de 1927.
Las memorias de viajeros comerciales no dejan de ser valiosas. Entre ellos, tenemos las de Carl Geldner, obra hasta hace poco desconocida en Venezuela porque su libro no había sido traducido, las de H. C. Franzius, trabajador infatigable que ilustra con su palabra aspectos de su vivencia en Ciudad Bolívar y Colombia entre 1882 y 1891, o las de Elisabeth Gross, auténtica cronista de la vida cotidiana alrededor de la casa Blohm en Maracaibo entre 1883 y 1896.
Otras dos mujeres alemanas se distinguen: Julia Bornhorst, cuyo relato, posterior al de Gross, que acompaña con magníficas acuarelas, se ubica en el paisaje urbano marabino en plena transformación de la economía agroexportadora del café a la del petróleo y Maria Leitner
quien, en 1932, visita algunos lugares en el país, de manera especial Maracaibo, la nueva gran ciudad del reino del petróleo. Igualmente importantes para la reconstrucción de los paisajes andinos tachirenses son las memorias de Heinrich Rode, quien llegó al Táchira en 1880 y
permaneció por muchos años entre Hamburgo, Cúcuta, Maracaibo y San Cristóbal hasta su muerte en Venezuela en 1936. O Otto Bürger, cuyos trabajos contienen valiosas anotaciones sobre la vida económica venezolana entre fines del XIX y comienzos del XX.
En la primera mitad del siglo XX, la afluencia de viajeros alemanes a Venezuela es mucho menos intensa que en el siglo anterior. No obstante, es necesario mencionar al menos a tres. En primer lugar tenemos a Theodor Koch-Grünberg, estudioso de la biología como de la lingüística y costumbres de las comunidades indígenas entre Venezuela y Brasil entre 1909 y 1913, a Wilhelm Georgi, cuyas anotaciones sobre Maracaibo y los Andes venezolanos en las postrimerías de la economía del café y auge del petróleo constituyen una de las pocas memorias ubicadas en la gran época de cambios que sufrió Venezuela de la economía agroexportadora a la minera, y Wilhelm Erich Voigt, más interesado en cuestiones sociales y de etiqueta de la sociedad venezolana a comienzos de la década de 1940.
Hemos mencionado anteriormente, en un repaso somero, a 24 viajeros que dejaron sus variados testimonios sobre el país que vieron en un determinado momento del pasado. Ninguno de ellos, ciertamente, es tan famoso como Alexander von Humboldt, sin lugar a dudas el viajero científico par excellence. Tampoco ninguno dejó una obra tan extensa sobre la geografía cultural venezolana, pero esas razones no quitan mérito a sus trabajos, algunos de ellos de gran profundidad temática, producto muchas veces de largos años de permanencia en Venezuela. Ahora bien, a los alemanes en cuestión habría que dividirlos al menos en dos grupos: los viajeros propiamente dichos, y que comprende desde científicos hasta aventureros, de larga, mediana y corta permanencia en el país, y los empleados de casas comerciales. Otro grupo espera un análisis específico: se trata de los asesores y agregados militares alemanes, que redactaron amplios informes sobre Venezuela, los cuales están depositados en varios archivos alemanes que no hemos todavía consultado.
El primer grupo ha sido considerado por los historiadores que utilizan sus testimonios, como el de los viajeros propiamente dichos. Ellos vinieron por razones muy específicas y, en términos generales, permanecieron en Venezuela unos cuantos meses, a veces algunos años. Sus intereses son variados y sus trabajos fueron en ocasiones financiados por prestigiosas asociaciones científicas alemanas, algunas muy interesadas en investigar las oportunidades de la expansión comercial alemana en ultramar.
viernes, 12 de diciembre de 2008
Judios sionistas asesinos y la masacre palestina una vez mas
¿Quien nos llamara ahora nazis violentos y genocidas? ¿Quien es ahora el genocida? Yo no me puedo creer lo que veo en los noticiarios estos dias. Israel de nuevo vuelve a masacrar de forma despiadada mujeres, niños y ancianos con la ayuda de Estados Unidos (y su nuevo presidente negro) y sin que nadie haga nada. ¿Como es posible? ¿Quien duda ahora que los asesinos, sadicos, psicópatas y cancer de la humanidad son los judíos? Al final la historia da la razón al Fürher de Alemania...
miércoles, 19 de noviembre de 2008
Vendemos casa alemana en Colonia Tovar para quien pueda interesar
Por si a alguno os interesase, me piden que os comente que tenemos una casa de tipo aleman en venta en la Colonia Tovar.
Dirección: Urb. El Pinar Zona “C” Chalet Neska Km. 33 de la Carretera Junquito – Colonia Tovar.
Características: ESPECTACULAR CHALET! Todas las comodidades.
La casa es de arquitectura alemana con diseño de Chalet, construido en su totalidad de madera con un área de construcción de 140 Mts2 y un área total de terreno propio de 1.000 Mts2, techos de madera y teja canadiense totalmente nueva, pisos de terracota.Cada espacio fue construido bajo el concepto de disfrute y descando.
La propiedad consta de: Casa Principal distribuida en Sala-Comedor-Cocina, 3 habitaciones, 2 Baños, Estar.Otro espacio que sirve como Estudio-Bar-Estar Familiar. Amplio estacionamiento, Patio engramado, Jardín con extraordinario paisajismo, posee pozo séptico recién construido, totalmente amoblada y decorada por Raphia, el Chalet se encuentra en una urbanización exclusiva de 44 Chalets de iguales características totalmente cercado y con vigilancia y seguridad privada, ubicada en el Parque Nacional de Petaquire a 15 minutos de la Colonia Tovar (KM 33) y el clima es mucho mas frío que el de la Colonia Tovar.
Además el Chalet está a 1 hora de las hermosas Playas de Puerto Cruz y Puerto Maya. El Chalet tiene vista al litoral central (Mar) y a la Laguna de Petaquire. La Urbanización posee su propio manantial con un sistema de bombas que aseguran el servicio de agua todos los días del año. Tiene antena de televisión nacional e instalación de antena de Directv. Se recibe perfectamente la señal en todas las áreas del chalet de Movilnet, Movistar y Digitel, lo que permite colocar telefonía fija. Posee calefacción en todas las habitaciones y termo de agua caliente. Toda el agua de la casa es filtrada.
El Chalet tiene área social con bar en madera, amplios jardines cubiertos de grama y flores de la zona (cala, hortensia, etc), pinos de diferentes tipos y caminarías, todas las comodidades de la ciudad en ambiente romántico de montaña, verlo es com prarlo.
Precio de Venta: Bs.F. 370.000,00Condiciones de Venta: Bs. 25.000,00 de opción a compra aceptamos cualquier forma de pago (Ley Política Habitacional, Crédito Bancario, Crédito Individual, Contado, etc...) pero que no exceda de 3 meses (90 días)
Persona Contacto: Simón Manrique y/o Milagros GodoyTeléfonos:Casa 0212-576-58-55Celular: 0414-2773698 / 0412-7031269Trabajo: 762-71-22 / 762-14-36 Ext. 140
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