lunes, 30 de abril de 2007

Leni Riefenstahl, la musa del líder


Leni Riefenstahl nació en Berlín el 22 de agosto de 1902. Falleció a los 101 años, en 2003. Rompió en sus 101 años de vida infinidad de esquemas y aportó al cine multitud de experiencias innovadoras que es necesario destacarlas por su brillantez a pesar de su vinculación y colaboración durante una década con la ideología nazi y su cúpula de poder.

De muy joven inició su carrera como bailarina. Una lesión de menisco la alejó temporalmente de la escena. En 1924 se puso en contacto con el Dr. Arnold Fank, tras ver una película suya sobre los Alpes dolomitas. Con Fank, además de protagonizar varias películas, entre ellas El Monte Sagrado, colaboró durante muchos años y aprendió a manejar la cámara.

La película de Eisenstein El acorazado Potemkin, le hizo decidir su vida dedicándola al cine. Poco a poco, arriesgando su persona en escenas difíciles y su dinero en la producción de films, labró una reputación con la que estuvo a punto de llegar a Hollywood.

Pero no quiso limitarse a la subordinación de ser actriz: en 1932 dirigió su primera película, La luz azul, filme situado en los Alpes, que tras ser premiada en la Mostra Venecia, la lanzó a la fama internacional. Ella interpretaba el papel principal. Hitler, poco antes de llegar al poder, el 30 de enero de 1933, quiso conocerla y le fue presentada.

Mientras otros cineastas se expatriaban, como Fritz Lang y Robert Wiene, Leni, gracias al doctor Goebbels, se convirtió en «la cineasta número uno del nuevo régimen». Hitler causó gran impacto en la actriz y directora, que aceptó la dirección de dos documentales sobre el congreso del partido, La victoria de la fe (1933) y El triunfo de la voluntad (1936). Esta obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía, la medalla de oro en la Bienal de Venecia, y medalla de oro también en la Exposición Universal de Paris en 1937.

Para acallar las críticas de algunos generales de Hitler por la gran confianza que el Führer tenía hacia ella, filmó un corto sobre la Wermacht. En ese tiempo viajó por España para rodar los exteriores de Tierra Baja, que acabaría aparcada por falta de financiación.

Con Olimpíada, una epopeya sobre los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, obtuvo no solamente el gran reconocimiento del gobierno y pueblo nazi, sino que además fue premiada con gran éxito de público y crítica con un León de Oro en el Festival de Venecia. Olimpíada se estrenó el día del cumpleaños de Hitler en sesión privada, en dos partes Fiesta de los pueblos y Fiesta de la belleza.

Leni Riefenstahl tuvo a su disposición todo tipo de recursos, tanto económicos como técnicos, en momentos en que la restricción económica afectaba al resto de los cineastas.

Mientas tanto, siguió con el rodaje de Tierra Baja, para la cual, construyó en Alemania una aldea de estilo español. La contratación como extras de un grupo de gitanos le llevó posteriormente a ser acusada de haberlos sacado de un campo de concentración y de haberlos utilizado como esclavos.

Debido a los constantes bombardeos sobre Berlín se trasladó a Kitzbühel (Austria), donde depositó todo el material de sus películas, incluida Tierra Baja de la que tan sólo faltaba el trabajo de sincronización y montaje.

Tras el final de guerra, fue detenida e interrogada por el ejército norteamericano. Le fue confiscada la casa y todas sus posesiones, ente ellas las copias de sus películas. Leni se defendió siempre de sus acusaciones de nazismo diciendo que había pecado de ingenua pero no de mala voluntad. Como tantos miles de alemanes de aquella época, negó conocer el exterminio que estaba sucediendo en su país. No obstante, nunca lo lamentó.

Tras ser liberada por los norteamericanos, una guarnición francesa en El Tirol, la volvió a detener. Más tarde se le confiscaron todos los bienes, incluyendo el material fotográfico. Vivió varios meses en la miseria y su matrimonio fracasó. Se le recluyó durante tres meses en un manicomio, en el que se le aplicó electroshock para «desnazificarla»

En varios juicios sucesivos, a instancias norteamericanas y francesas, salió con veredicto favorable, que reconocía su no-implicación ni en el partido ni en ninguna otra de sus ramificaciones y que su relación con Hitler y su partido era estrictamente profesional. Tras un última apelación la calificaron solamente como simpatizante (no perteneciente) del partido nazi.
Tras varios años de pleitos consiguió recuperar parte de sus pertenencias, sobre todo sus rollo de película. Veinte años después de haber sido empezada, terminó el montaje y estrenó Tierra Baja.
Viajó por África, donde quedó prendada por unas fotografías de los atléticos cuerpos de «Los Nuba». Se obsesionó con la idea de filmarlos, y a pesar de los peligros y los consejos en contra (tenía ya 60 años), partió para el sur de Sudán en las más adversas circunstancias.

Las fotografías y filmaciones de «Los Nuba» dieron la vuelta al mundo. Para lograrlas se integró en las costumbres de la tribu y aprendió su lengua. Con su colaborador y cámara, Horst Kettner, en 1968, se adentró en territorios desconocidos y filmó a varias tribus que nunca habían tenido contacto con el mundo de occidente.

Su culto al cuerpo en forma de imágenes fotográficas y filmadas, sirvió a sus críticos para indicar sus evocaciones de la ideología nazi. En la última etapa de su vida profesional, prefirió eliminar de sus imágenes al ser humano. Desde mediados de los años setenta comenzó a fotografiar arrecifes de coral, un tema que incluso le permitió filmar una última película, ya absolutamente vaciada de contenido, Impresiones bajo el agua, que realizó con 97 años y presentó en el 2000, ya con 100 años. Aprendió submarinismo a los 72 años y con más de 90 siguió lanzándose en paracaídas. Falleció a los 101 años, en 2003.
Leni, controvertida
Para Francis Ford Coppola, George Lucas o Mick Jagger, Leni era una documentalista genial, que convirtió en obra maestra el congreso con que Hitler se rindió culto. Para otros muchos, ha sido el mayor exponente del cine de propaganda.

Roman Gubern. (El Periódico de Cataluña, 10/09/03): Cuando Riefenstahl fue detenida en 1945 por los aliados y sometida a un proceso de desnazificación, se defendió diciendo que se había limitado a hacer un documental que retrató los eventos de aquel congreso. Nada más falso. El congreso se organizó como una gigantesca puesta en escena para sus cámaras --pasarelas, ascensores y rampas para los operadores--, igual a como hoy se organizan los mítines, montados para la mejor visibilidad de las telecámaras. El triunfo de la voluntad fue premiada en la Exposición Internacional de París (1937), en pleno Frente Popular.

Leni Riefenstahl nunca ocultó su fascinación por Hitler, que a su vez descubrió el talento de ella en la primera película que dirigió, La luz azul (Das blaue Licht), de 1932, premiada en el Festival de Venecia.
Sea por admiración mutua, sea por presión del dictador sobre la cineasta, de la que se llegó a decir que era su amante, Leni filmó El día de la libertad (Tag der Freiheit), un documental sobre la Wehrmacht hitleriana, en 1935, así como Olimpíada (Olympia), una lección de cine sobre los Juegos olímpicos de Berlín en 1936.

El montaje de Tierra baja (Tiefland), en 1954, pero rodada hacia los años 1940, la colocó en una nueva controversia, por las acusaciones de la comunidad gitana de haber utilizado como extras a presos de esa etnia confinados en campos de concentración. Riefenstahl declaró haber visto tras la guerra a los gitanos que participaron en sus películas, aunque fueron asesinados en campos de concentración. Esta afirmación llevó a la fiscalía de Francfort a abrir un proceso contra la legendaria cineasta por negar el Holocausto.

La opinión de Leni Riefenstahl
Dicen que, para Hitler, Leni Riefenstahl representó la mujer ideal. Para ella, sin duda, conocer al dictador fue un acontecimiento inolvidable, allá por 1932 en un mitin en Berlín. «Fue como si se abriera la tierra delante de mí», escribe en sus Memorias. Ella no se arrepiente de nada. Ni de su fascinación por Hitler, ni de sus hermosos trabajos sobre el nacionalsocialismo. 'Por ellos he cumplido una larga penitencia', afirma en uno de los documentales realizados sobre su vida (El poder de las imágenes, 1993).

En sus memorias, publicadas en 1987, 1990 y en 1992, Leni Riefenstahl siempre negó su colaboración con el nazismo. Negó, en reiteradas ocasiones, su afiliación al partido nazi y que fuera antisemita y se manifestó siempre como una ingenua que no vio ni oyó nada de las atrocidades cometidas por el nazismo. Llegó incluso a negar el Holocausto, aunque sí afirmó que de haber sabido cómo era Hitler, no le hubiera apoyado. Nunca se salió de sus afirmaciones a pesar de las evidencias, fotos, películas, opiniones de los jerarcas nazis, etc. Ella dijo que sólo miró, filmó y montó películas. En una entrevista para televisión afirmó que solamente sirvió a Hitler una sola vez, durante el rodaje de El triunfo de la voluntad.
Su aportación al cine
«Siempre anduve a la búsqueda de lo insólito, de lo maravilloso y de los misterios de la vida». Así es como comienza Leni Riefenstahl su libro de memorias.

Hay formas de filmar, de ponerse tras una cámara, que fue Leni Riefenstahl quién las utilizó por primera vez en el cine; tomas diferentes; utilizó el traveling de modo completamente innovador.
En Olimpiada con 35 cámaras y numerosos teleobjetivos, captó los pequeños detalles de cada competición. Tuvo a 60 operadores trabajando a sus órdenes y experimentó con métodos revolucionarios para la época, colocó ruedas bajo las cámaras para poder seguir la marcha de los atletas y cavar fosos en el estadio para captar los saltos desde una perspectiva aérea. Se valió de un objetivo de 600 mm, el de más largo alcance y de una cámara subacuática, ideada especialmente por uno de sus colaboradores para los saltos de trampolín.

El resultado fueron más de 400.000 metros de película, que redujo a 100.000. El trabajo de montaje duró casi dos años con un afán y un rigor que ponía nervioso a Josef Goebbels, responsable de Propaganda del régimen nazi.

Fue una trabajadora incansable que no sólo interpretaba y dirigía, sino que también escribía los guiones y cortaba y montaba la cinta. Tenía fama de ser meticulosa hasta extremos imposibles. Cuentan que era capaz de estar cambiando de lugar los árboles de un decorado durante días enteros hasta lograr el encuadre adecuado. En El triunfo de la voluntad, dispuso para el rodaje de ciento treinta mil metros de película (sesenta horas), dieciséis operadores y otros tantos ayudantes, treinta cámaras, cuatro equipos de sonido, un dirigible para tomas aéreas y ciento treinta reflectores gigantescos dentro de una escenografía cuidadosamente preparada por Albert Speer y más de 350.000 habitantes de Nüremberg como extras gratuitos y disciplinados.

domingo, 29 de abril de 2007

Gretl Braun, la cuñada del líder


Más joven de las tres hijas de Franziska y Fritz Braun, su verdadero nombre era Margarethe y nació tres años después de Eva. Vivían en un apartamento en el segundo piso del N º 93 Hohenzollernstrasse (la casa sigue en pie).
Una niña de sueños aventureros y sin preocupaciones, su hermana Eva la había apodado 'Mogerl' porque era a menudo malhumorada.
Pasó mucho tiempo con su hermana en el Berghof, que tanto amaba Eva. Se casó con Hans Georg Otto Hermann Fegelein (37), un teniente general en la Waffen SS, el 3 de junio de 1944 en el ayuntamiento de Salzburgo.
La recepción se celebró en el Berghof y más tarde en las montañas, sobre el retiro de Hitler en Kehlstein (The Eagles Nest), la única verdadera fiesta jamás celebrada en ese país. During. Durante los últimos días del Tercer Reich, Gretl y su marido trataron de escapar de Berlín, pero fueron descubiertos y arrestados.
Gretl sobrevivido a la guerra y dio a luz a una hija, Eva, el 5 de mayo de 1945. El nombre Fegelein nunca fue mencionado de nuevo en la familia Braun.

viernes, 27 de abril de 2007

Paula Hitler, la hermana del líder

Nacida el 21 de enero de 1896 y fallecida el 1 de junio de 1960 fue la hermana menor del dictador alemán, Adolfo Hitler. Ella y su hermano fueron los únicos que alcanzaron la mayoría de edad, de los seis hijos de Klara Pölzl y Alois. Falleció a los 64 años y su hermano a los 56 años.

Paula Hitler nació en Hartfeld, Austria en 1896. Nunca se casó ni tuvo hijos. Su padre tenía 60 años en el momento de su nacimiento y falleció cuando Paula tenia 6 años. Su padre, Alois, provenía de Waldviertier en la baja Austria, Paula no conoció a ninguno de los miembros de la familia de su padre, pero sí se relacionó con los familiares de su madre.

La madre de Paula fue Klara Pölzl, quien también provenía de Waldviertel y era hija de granjeros de Spital cerca de Veitra, donde había nacido el 12 de agosto de 1860, falleciendo más tarde en 1907, momento culminante para la vida y relación de los hermanos Hitler, ya que desde aquél momento, Adolf Hitler jamás retornaría al hogar familiar, y por mucho tiempo dejaría de ver a su hermana Paula.

Paula Hitler contó después de la guerra, que debido a que era mucho más joven que su hermano Adolfo, jamás fue tomada en cuenta por éste como compañera para sus juegos infantiles, en especial debido a que Adolfo jugaba a juegos como policías y ladrones en los que solía interpretar el rol de líder.
Desde que Adolfo Hitler dejara la casa materna en 1908, no lo volvió a ver hasta 1921, oportunidad en la que al reencontrarlo le manifestó que no había tenido ni idea sobre qué había sido de él en esos años, ni siquiera después de la I Guerra Mundial. Le reclamaba a su hermano el hecho de que su situación afectiva y subsistencia económica le hubiera sido más fácil de llevar, si hubiera sabido que aún contaba con un hermano que la ayudara, a lo cual, respondió Adolfo Hitler que él nunca tuvo contacto con ella debido a que no tenía ninguna forma de asistirla económicamente, y que en sus tiempos de vagabundo, tampoco quería significarle una carga mayor, recordándole que, sin embargo, le había donado la mitad de la pensión de cincuenta coronas - que como hijo, le correspondían de la pensión de su padre - para que Paula pudiera continuar con su educación.

En 1921, Hitler fue a encontrarse con ella con el expreso propósito de verla, comportándose entonces de manera encantadora e incluso llevándola de compras: "... a toda mujer le gusta que la lleven de compras...", declaró Paula. A pesar del reencuentro no continuó viendo a Hitler regularmente.
Cerca de un año después de su visita de 1921, volvió a verlo, yendo juntos a visitar la tumba de sus padres cerca de Linz. Volvió a verlo nuevamente en Munich, en el año 1923, tiempo antes del Putsch de la Cervecería; en esta ocasión, Paula no notó que las actividades políticas le hubieran causado a Hitler un cambio en su forma habitual de ser.

De nuevo visitó a Hitler en el departamento que éste habitaba en la Dirsch Strasse, en Munich, tiempo durante el cual no tuvo ningún contacto con personas del círculo político de Hitler o del partido nazi, a excepción de Franz Xavier Schwarz, quien entonces era el tesorero del partido. La siguiente oportunidad en que vuelve a ver a Hitler, durante el acto de conmemoración del día de la fundación del Partido Nazi que tuvo lugar en Nuremberg, Paula estuvo presente, pero no como "la hermana de Hitler", sino como cualquier otro asistente, e inclusive adquirió su boleto de entrada normalmente. Esto manifiesta que Adolfo Hitler nunca demostró tener un sentido de afectividad familiar profundo, posiblemente herencia del carácter de su padre Alois Hitler, incluso que Adolfo Hitler nunca se preocupó por conocer o alternar con las relaciones familiares de su línea paterna, y que con los únicos que tuvo trato fue con los familiares de su rama materna, al igual que Paula, puesto que durante toda su vida sólo se habían relacionado con familiares de la línea materna, en especial con las familias Schmied y Koppenstin.
Paula solía escribir a Adolfo Hitler por su cumpleaños, le escribía una carta de salutación, a la cual Hitler le respondía con una nota corta de agradecimiento, acompañándola con un paquete que contenía alguna de las cosas que a su vez él había recibido de otras personas como presente para su cumpleaños, a saber, artículos como jamón español, caramelos, galletas, confituras, etc.
No tuvo un trato fluido con su medio hermana Mrs. Angela Hamitzon, puesto que vivía casada y con hijos en Dresden, encontrándose con ella años más tarde a su llegada al Hotel Berchtesgadener Hof unos días antes de producirse la llegada de los soldados norteamericanos a ese lugar.

Durante la actividad política de Adolfo Hitler en Nuremberg, Paula lo visitó en el hotel Deutscher Hof. Hitler raramente le enviaba correspondencia, y cuando lo hacía, sólo le escribía unas pocas palabras y bien precisas.
Paula tuvo contacto con Hitler una sola vez al año desde 1929 hasta 1941, produciéndose dichos encuentros algunas veces en Viena, otras en Berlin. Desde 1941 en adelante, Paula no volvió a tener contacto personal con Adolfo Hitler.

Hitler le sugirió a Paula que se cambiara de nombre durante los juegos Olimpicos en Garmisch, explicándole que quería que Paula se mantuviera en estricto incógnito bajo el apellido "Wolff" (lobo en alemán), que si lo quería, que mantuviera su nombre. Accedió, siendo idea suya (de Paula) y no de Hitler, agregarse el calificativo de "Frau" (Señora), como si su nuevo apellido Wolff fuera producto de su casamiento, lo cual volvía la situación menos sospechosa frente a antiguos conocidos. Así, su pasaporte fue expedido como "Paula Wolff", pero con una fecha errónea de nacimiento, pues figuraba como nacida el día 12 de noviembre de 1896 cuando en realidad había nacido en enero de ese año.

Anteriormente a este cambio de apellido, en razón de volverse conocido su vínculo familiar con Adolfo Hitler había sido despedida de su puesto en una compañía de seguros radicada en la ciudad de Viena; pagándole Hitler de su bolsillo desde ese momento y hasta el día del "Anschluss" (Anexión de Austria a Alemania) a Paula la suma de 250 marcos mensuales para su subsistencia. Años más tarde Paula continuó desempeñándose en diversas ocupaciones sin importancia pero bajo el falso apellido "Wolff" es decir como "Frau Paula Wolff".

En una oportunidad pudo conocer personalmente a Eva Braun pero que no sostuvo relación alguna con ella y su hermano Adolfo jamás le hablo del tenor de su relación con Eva Brawn. Tampoco Paula Hitler fue afiliada o militante del partido nazi, reconociendo que ni la política ni las ideas de su hermano la motivaron a afiliarse al Partido Nazi y que ello tampoco fue el deseo de su hermano, y que de haber sido el caso, ella se hubiera afiliado para complacerlo.
Paula luego pudo continuar trabajando en Austria, bajo el falso apellido Wolff, y a pesar de ello Hitler no dejó de atender su situación económica, a partir de 1938 dobló el aporte que le pagaba de 250 a 500 marcos mensuales y en la navidad de cada año le agregaba una suma de 3000 marcos. Todos estos aportes fueron pagados por Hitler de su propio peculio y depositados en un banco a nombre de Paula hasta el día de la muerte de Hitler.

En los últimos años del régimen nazi, Paula trabajó como Secretaria en un Hospital lo cual era conocido por Hitler, manifestándole éste su total conformidad con dicho empleo y especialmente con el hecho que lo hubiera conseguido ella misma por sus propios esfuerzos. Más tarde Paula abandonó este trabajo por razones de salud viviendo los últimos días de la guerra en la localidad de Berchtesgaden en el hotel Berchtesgaden Hof, hasta el momento del arribo de los soldados norteamericanos, quienes la retuvieron largo tiempo, interrogándola en varias oportunidades. Con la ayuda económica de su hermano Adolfo Hitler, Paula adquirió entre los años 1941 y 1942 una pequeña casa en Weitten, Wachau, una vieja villa que Paula fue restaurando sin la ayuda de ningún arquitecto; dicha casa más tarde fue expropiada por los rusos al momento de la ocupación. Paula era dueña también de un pequeño departamento de dos habitaciones en Viena, ocupado por los norteamericanos. Ambas propiedades jamás le fueron devueltas; lo mismo le ocurrió con sus ahorros personales depositados en el banco. Al no ser miembro del partido nazi ni haber desempeñado tareas políticas debía estar fuera del plan general de desnazificación impulsado por los Aliados en la Alemania dividida. Por esta razón, Paula tuvo que vivir desde entonces de la caridad de sus amistades.
Luego de que Paula fuera liberada de la Inteligencia del Ejército Norteamericano, regresó a Viena para trabajar en una tienda de arte y artesanía. En Diciembre de 1952 se mudó a Berchtesgaden, donde vivió en un apartamento de dos habitaciones para luego mudarse a la ciudad de Hamburgo, donde falleció el 1 de Junio de 1960. Paula fue enterrada en Bergfriedhof, Berchtesgaden. En la parte final de su primer declaración testimonial ante las tropas norteamericanas se puede leer que refiriéndose a su hermano Adolfo Hitler, Paula expresó: "...Debo honestamente confesar que yo hubiera preferido que él hubiera seguido su original ambición y se hubiera convertido en arquitecto..." "...El destino final de mi hermano me afectó muchísimo. Él fue mi hermano, no importa qué haya ocurrido. Su final me trajo una indescriptible tristeza como hermana..." (en este punto de su declaración la Srta. Hitler rompió en llanto y la interrogación finalizó) según señaló el oficial interrogador.

miércoles, 25 de abril de 2007

lunes, 23 de abril de 2007

Eva Braun, la compañera del líder

Eva Braun, nació el 6 de febrero de 1912 en Munich, hija de un maestro de escuela y de Franziska una modista quienes tuvieron tres hijas, Ilse, Eva y Gretel. La familia de Eva era una típica familia católica de clase media baja.

Eva no era una estudiante muy aplicada, destacaba en los deportes y en todo tipo de actividades físicas, pero era un tanto perezosa para los estudios. Eva era rubia, atlética, delgada y elegante. Amante de los deportes, la música y el baile. Le apasionaba el ski acuático, la gimnasia, el alpinismo, la natación y el ciclismo. Muchos historiadores la tildan de cabeza hueca y poco inteligente, capaz sólo de interesarse en las novelas rosa como extremo ejercicio intelectual. Sin embargo, hizo un esfuerzo por educarse.
Después de terminar sus primeros estudios, se graduó como secretaria. A los 17 años, Eva trabajaba como asistente de oficina en el estudio de fotografía de su amigo Heinrich Hoffman, que fue el fotógrafo oficial de Hitler. Más tarde se convirtió en ayudante de laboratorio para el procesamiento de las fotografías. Fue en el laboratorio que Eva adquirió la gran afición por las fotos y el cine. Donde quiera que fuera, Eva llevaba cámaras de fotografía y de cine en 16 mm y gracias a esa afición es que hoy se encuentran cientos de fotografías y películas de la época que pasó con Hitler en el Berghof (Nido del Águila).
En el laboratorio, conoció a Hitler en 1929 de quien se enamoró inmediatamente. Su padre no estaba de acuerdo con esa relación, no porque se tratara del hombre más poderoso de Alemania y de Europa, sino porque sabía que el no se casaría con Eva, sino que la mantendría como su amante. En una carta a su hermana Ilse, Eva describió a Hitler como "un caballero de cierta edad, con un gracioso mostacho y llevando un gran sombrero de fieltro." Eva tenía 21 años y Hitler 43.

Después de la muerte de la sobrina y amante de Hitler, Geli Raubal, Eva se dedicó a consolar a Hitler convirtiéndose en su amante, mientras vivía en su apartamento en Munich. Pero Eva debía soportar los celos que sentía por las mujeres que acosaban a Hitler, como la hija de Hoffman, por ejemplo. En 1935, después de uno, de al menos dos intentos de suicidio, Hitler le compró una casa en un suburbio de Munich cerca a su casa paterna y le puso a su disposición, un automóvil Mercedes con chofer. En el primer testamento de Hitler, Eva Braun aparecía como la primera beneficiaria de sus bienes. En caso de muerte ella debía recibir £600 al año por el resto de su vida.

En 1936 se mudó al Berghof en Berchtesgaden donde se convirtió en la anfitriona de la casa. Eva era indiferente a la política y se mantenía alejada de los círculos más íntimos de Hitler. Eva vivía una vida solitaria en la casa de retiro del Führer y lo mismo hizo más tarde en Berlín. Muy raras veces apareció con Hitler en público, al extremo que muy pocos alemanes conocían su existencia. Incluso algunos íntimos del Führer desconocían cuál era la exacta relación que existía entre el Führer y la inquieta y no poco atractiva Eva Braun. De hecho Hitler prefería evitar sugerencias de intimidad y demostraba sentirse incomodo al encontrarse con ella en compañía de invitados.

Eva pasaba la mayor parte del tiempo haciendo ejercicios, meditando, leyendo novelas baratas, viendo películas románticas y preocupada con su apariencia personal. Para matar las horas de aburrimiento, invitó a su prima de 20 años Gertrude Weisker, quien años después escribiría un libro relatando las horas pasadas durante ese verano en el Berghof.

Su lealtad absoluta por Hitler nunca se hizo del todo evidente, hasta el atentado del 20 de julio de 1944, cuando le escribió "Desde nuestro primer encuentro juré seguirte a donde fueres, aún hasta la muerte. Sólo vivo para ti mi amor."

En abril de 1945, se mudó al Bunker del Führer y a medida que los rusos se aproximaban a la Cancillería, Hitler la urgía a salir de Berlín, pero se negaba diciéndole que ella era la única persona que le sería fiel hasta el final.

Ante la inminente llegadas de los rusos al bunker, el 29 de abril de 1945, Hitler y Eva Braun contrajeron matrimonio. Al día siguiente, 36 horas después de la ceremonia y dos minutos después del suicidio de Hitler, Eva se suicidaba a su vez, tomando veneno. Por órdenes expresas del Führer los cuerpos fueron incinerados en los jardines de la Cancillería sobre el bunker.

Los familiares de Eva Braun sobrevivieron la guerra. Su madre Franziska, que pasó los últimos años de su vida en la granja familiar de Ruhpolding en Bavaria, murió en 1976, a la edad de 96 años.

domingo, 22 de abril de 2007

Mujeres blancas, orgullosas y guerreras

En estos tiempos convulsos para toda la humanidad es cuando la mujeres, diosas creadoras de vida, madres y guerreras, debemos recordar nuestro pasado, para así construir el futuro.
Venezuela, que acogió en el pasado a tantos guerreros llegados de Europa, vive ahora sumida en la opresión de un gobierno comunista y mestizo. Por eso ahora más que nunca es importante recordar a aquellas mujeres que, el siglo pasado, fueron el pilar fundamental de la revolución social y cultural que, desde Alemania, impulsó una nueva forma de ver el mundo a todo el planeta. Ahora le toca el turno a Venezuela.