El 20 de junio de 1934 tuvo lugar el solemne traslado del cadáver de Carin Goering, fallecida en 1931, de Suecia a Alemania. Fue un espectáculo único, del que se encargó el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, a iniciativa del viudo de la fallecida, el presidente del Gobierno del Estado Federado de Prusia, Hermann Goering.
El entierro de la amada esposa se realizó en la cripta cavada expresamente para ella en la residencia de verano de Goering, Carinhall. El traslado del cuerpo, que reposaba en un ataúd de plomo, recordó las ceremonias usuales a la hora de enterrar a un faraón. Hermann Goering y su primera mujer Carin, de soltera Freiin Fock, divorciada Von Kantzov, pasaban por ser la clásica pareja de enamorados de la era nazi. El romance de la diosa nórdica con el as de la aviación germana de la primera fase del NSDAP, se elevó a la categoría de epopeya dramática de 2 amantes que sirvieron como pioneros al joven partido.
El calvario de la pareja incluía heridas, fuga y exilio, y terminaba con la temprana muerte de Carin en 1931. Todo empezó en Suecia. A finales de febrero de 1920, el sueco Eric von Rosen regresó a Estocolmo de su expedición al Gran Chaco. Para su disgusto, allí tuvo que detenerse a causa de las extremas condiciones climatológicas. Irritado por el contratiempo, el conde se dirigió a una compañía aérea privada para fletar un aerotaxi. Tres pilotos rechazaron volar en esas condiciones atmosféricas. Pero un alemán dijo que sí, confiado en su gran capacidad. Ese hombre, Hermann Goering, había conseguido la más importante condecoración al valor, la medalla Pour le Mérite, y había mandado la legendaria escuadrilla de caza del barón Von Richthofen.
Terminada la guerra, el Tratado de Versalles exigía a Alemania la disolución de su fuerza aérea. Por eso Goering se fue a Escandinavia, donde lo contrataron como piloto jefe. Conducía el aerotaxi con el que el 20 de febrero de 1920 debía llevar al conde Von Rosen a su castillo. Fue una aventura mortalmente peligrosa. Cuando llegaron al castillo, Mary von Rosen, la esposa del viajero, y su hija de igual nombre, acudieron a saludar al conde y dieron la bienvenida a Goering. Mientras estaban sentados charlando ante la chimenea, una joven apareció. Era alta y rubia. Goering se sintió --según su testimonio-- "herido por el rayo" de sus ojos azules. Al día siguiente, Carin le enseñó el castillo y la "capilla de Edelweiss". Luego Goering se despidió, pero acordó una cita con Carin, porque esa mujer, casada y madre de un hijo de 8 años, correspondía plenamente a sus sentimientos.
Carin von Kantzov estaba más que dispuesta al ardiente romance que pronto habría de desarrollarse. En el verano de 1920, la pasión se había inflamado de tal modo que Carin, sin preocuparse de su esposo, su hijo o su familia, viajó a Munich con su amante para ser presentada a la madre de Hermann. La pareja viajó por el sur de Alemania. A su regreso a Estocolmo, Goering insistió en que ella debía divorciarse. El 13 de diciembre de 1922 Carin quedó legalmente separada de su marido. En 1921 Goering había empezado a estudiar historia y economía, pensando vagamente en hacer carrera política. Sin embargo, su destino quedó sellado al año siguiente. Goering conoció a Hitler, y supo entusiasmarle con eslógans acerca de la salvación de la patria del vergonzoso Tratado de Versalles y la lucha contra el comunismo y los judíos.
A Hitler le resultaba oportuno, por prestigio, reclutar para el NSDAP a alguien condecorado con la orden Pour le Mérite, y le encargó la organización de una tropa de choque que llamaron Sección de Asalto (SA). Así empezó el apasionado compromiso de Carin y Hermann Goering con el NSDAP, que no terminaría hasta su muerte. Los esponsales de Carin y Hermann se celebraron el 25 de enero de 1923 en Estocolmo. Poco después, los Goering adquirieron un pequeño chalet en un barrio residencial muniqués. Se eligió una zona verde con toda intención, ya que el estado de salud de Carin no permitía estancias prolongadas en una ciudad. Angina pectoral acompañada de insuficiencia respiratoria, que llegaba hasta el desvanecimiento, asma, reumatismo grave, una enfermedad intestinal latente y anemia eran sólo algunas de las dolencias de una mujer que entonces tenía 35 años.
Goering desplegó su notable talento organizativo en el entrenamiento de las SA, y en poco tiempo hizo un ejército privado, combativo y dispuesto a actuar en todo momento. Cuando desfiló ante Hitler, el 15 de abril de 1923, Carin ardía de entusiasmo. Hitler y otras organizaciones paramilitares de la derecha estaban a punto de fusionarse en una liga de combate, para dar un golpe conforme al modelo de los fascistas italianos. El 8 de noviembre llegó el momento. Una columna de SA y tropas de choque marcharon hacia la plaza del Odeón. Hitler, el general Ludendorff y Goering iban en la primera fila. Poco antes de llegar al Pórtico de los Mariscales, la policía de Baviera abrió fuego. Hubo muchos muertos y heridos, el golpe había fracasado y Goering fue alcanzado por un disparo.
Hombres de las SA le arrastraron hasta la casa de una familia judía, llamaron a un médico y, por tanto, muy probablemente le salvaron la vida. Tras el golpe el NSDAP fue prohibido, pero pudo seguir contando con la plena simpatía de sus miembros. También los Goering se mantuvieron fieles a sus ideas y se sustrajeron a la persecución política huyendo a Austria por la frontera. En Innsbruck, los numerosos seguidores de Hitler dieron un recibimiento triunfal al jefe de las SA, Hermann Goering.
El entierro de la amada esposa se realizó en la cripta cavada expresamente para ella en la residencia de verano de Goering, Carinhall. El traslado del cuerpo, que reposaba en un ataúd de plomo, recordó las ceremonias usuales a la hora de enterrar a un faraón. Hermann Goering y su primera mujer Carin, de soltera Freiin Fock, divorciada Von Kantzov, pasaban por ser la clásica pareja de enamorados de la era nazi. El romance de la diosa nórdica con el as de la aviación germana de la primera fase del NSDAP, se elevó a la categoría de epopeya dramática de 2 amantes que sirvieron como pioneros al joven partido.
El calvario de la pareja incluía heridas, fuga y exilio, y terminaba con la temprana muerte de Carin en 1931. Todo empezó en Suecia. A finales de febrero de 1920, el sueco Eric von Rosen regresó a Estocolmo de su expedición al Gran Chaco. Para su disgusto, allí tuvo que detenerse a causa de las extremas condiciones climatológicas. Irritado por el contratiempo, el conde se dirigió a una compañía aérea privada para fletar un aerotaxi. Tres pilotos rechazaron volar en esas condiciones atmosféricas. Pero un alemán dijo que sí, confiado en su gran capacidad. Ese hombre, Hermann Goering, había conseguido la más importante condecoración al valor, la medalla Pour le Mérite, y había mandado la legendaria escuadrilla de caza del barón Von Richthofen.
Terminada la guerra, el Tratado de Versalles exigía a Alemania la disolución de su fuerza aérea. Por eso Goering se fue a Escandinavia, donde lo contrataron como piloto jefe. Conducía el aerotaxi con el que el 20 de febrero de 1920 debía llevar al conde Von Rosen a su castillo. Fue una aventura mortalmente peligrosa. Cuando llegaron al castillo, Mary von Rosen, la esposa del viajero, y su hija de igual nombre, acudieron a saludar al conde y dieron la bienvenida a Goering. Mientras estaban sentados charlando ante la chimenea, una joven apareció. Era alta y rubia. Goering se sintió --según su testimonio-- "herido por el rayo" de sus ojos azules. Al día siguiente, Carin le enseñó el castillo y la "capilla de Edelweiss". Luego Goering se despidió, pero acordó una cita con Carin, porque esa mujer, casada y madre de un hijo de 8 años, correspondía plenamente a sus sentimientos.
Carin von Kantzov estaba más que dispuesta al ardiente romance que pronto habría de desarrollarse. En el verano de 1920, la pasión se había inflamado de tal modo que Carin, sin preocuparse de su esposo, su hijo o su familia, viajó a Munich con su amante para ser presentada a la madre de Hermann. La pareja viajó por el sur de Alemania. A su regreso a Estocolmo, Goering insistió en que ella debía divorciarse. El 13 de diciembre de 1922 Carin quedó legalmente separada de su marido. En 1921 Goering había empezado a estudiar historia y economía, pensando vagamente en hacer carrera política. Sin embargo, su destino quedó sellado al año siguiente. Goering conoció a Hitler, y supo entusiasmarle con eslógans acerca de la salvación de la patria del vergonzoso Tratado de Versalles y la lucha contra el comunismo y los judíos.
A Hitler le resultaba oportuno, por prestigio, reclutar para el NSDAP a alguien condecorado con la orden Pour le Mérite, y le encargó la organización de una tropa de choque que llamaron Sección de Asalto (SA). Así empezó el apasionado compromiso de Carin y Hermann Goering con el NSDAP, que no terminaría hasta su muerte. Los esponsales de Carin y Hermann se celebraron el 25 de enero de 1923 en Estocolmo. Poco después, los Goering adquirieron un pequeño chalet en un barrio residencial muniqués. Se eligió una zona verde con toda intención, ya que el estado de salud de Carin no permitía estancias prolongadas en una ciudad. Angina pectoral acompañada de insuficiencia respiratoria, que llegaba hasta el desvanecimiento, asma, reumatismo grave, una enfermedad intestinal latente y anemia eran sólo algunas de las dolencias de una mujer que entonces tenía 35 años.
Goering desplegó su notable talento organizativo en el entrenamiento de las SA, y en poco tiempo hizo un ejército privado, combativo y dispuesto a actuar en todo momento. Cuando desfiló ante Hitler, el 15 de abril de 1923, Carin ardía de entusiasmo. Hitler y otras organizaciones paramilitares de la derecha estaban a punto de fusionarse en una liga de combate, para dar un golpe conforme al modelo de los fascistas italianos. El 8 de noviembre llegó el momento. Una columna de SA y tropas de choque marcharon hacia la plaza del Odeón. Hitler, el general Ludendorff y Goering iban en la primera fila. Poco antes de llegar al Pórtico de los Mariscales, la policía de Baviera abrió fuego. Hubo muchos muertos y heridos, el golpe había fracasado y Goering fue alcanzado por un disparo.
Hombres de las SA le arrastraron hasta la casa de una familia judía, llamaron a un médico y, por tanto, muy probablemente le salvaron la vida. Tras el golpe el NSDAP fue prohibido, pero pudo seguir contando con la plena simpatía de sus miembros. También los Goering se mantuvieron fieles a sus ideas y se sustrajeron a la persecución política huyendo a Austria por la frontera. En Innsbruck, los numerosos seguidores de Hitler dieron un recibimiento triunfal al jefe de las SA, Hermann Goering.
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