domingo, 30 de septiembre de 2007

La periodista revisionista Eva Herman censurada en Alemania


Eva Herman es –o, más bien, era- una de las presentadoras más célebres de la televisión pública alemana. No era una show-woman, sino una periodista de contrastada credibilidad en el trabajo informativo. Pero Eva Herman acaba de ser despedida. La causa directa: haber dicho que algunas políticas del nazismo fueron buenas para el estatuto de la mujer. Ahora bien, el origen del asunto no es realmente este, sino que se remonta un año atrás, cuando Herman publicó su libro-bomba El principio de Eva, donde denunciaba que el trabajo por cuenta ajena aliena a las mujeres y defendía la función de la madre de familia y el trabajo doméstico. Ese día comenzó la caza de Eva Herman.

La prensa española sólo ha contado el desenlace del asunto. En una entrevista con el diario Bild am Sonntag, a Eva Herman le preguntaron por el III Reich y ella contestó que “Hubo cosas muy malas, por ejemplo Hitler”, pero que también puede hallarse alguna buena “como por ejemplo el aprecio y valoración de la figura de la madre”. Hay que hilar muy fino para encontrar aquí una apología del nazismo, pero Alemania es como es. En todo caso, ese desliz era lo que muchos estaban esperando para acabar con Herman: ha sido la culminación de una campaña de acoso que comenzó el mismo día de la publicación de El principio de Eva, en septiembre de 2006; campaña donde no ha faltado la atribución falsa de frases, como esa de que “las mujeres tienen que callarse más”, y que la periodista no había pronunciado nunca.

Vayamos al meollo de la cuestión: El principio de Eva. Por una nueva feminidad (Das Eva Prinzip. Für eine neue Weiblichkeit, Pendo Verlag, Starnberg, 2006), que agotó 50.000 ejemplares en su primera edición y ha conocido después sucesivas reediciones. La autora es un perfecto ejemplo de mujer que ha triunfado en la vida profesional a costa de sacrificar la vida personal: tres divorcios, cuatro matrimonios, un solo hijo. Lo que Eva Herman explica en su libro es cuál es la situación real de la mujer en el mundo de la igualdad de sexos. Las actividades laborales fuera del hogar –explica- han creado confusión en la vida de muchas mujeres. La causa no es propiamente el trabajo profesional, sino la presión psicológica que éste ejerce sobre la mujer: la mujer trabaja fuera porque la han convencido de que sólo así podrá aprobar su propia existencia. El principal agente de esta presión es el movimiento feminista, que ha negado a la mujer su condición femenina para atribuirle una condición semejante a la de los hombres. Pero –dice Eva Herman- es un error querer ser como los hombres, ya que la naturaleza de las mujeres es muy distinta.

Eva Herman considera que lo que otorga una función, un lugar y un valor completamente singulares a las mujeres es la formación de una familia y la educación de los niños. Los niños –explica- son las víctimas principales de las actividades de las mujeres fuera de casa. En el capítulo “La catástrofe de los niños” critica la ausencia de sentimientos entre los miembros de la familia, causa de que en el mundo actual los niños consideren la violencia como un acto normal. Ahí se notaría la falta de una madre, cuyo deber es educar y decir qué está bien y qué está mal.

Un punto esencial de la cuestión es el desinterés de las mujeres de hoy a la hora de tener hijos. Eva Herman reprueba la actitud de las mujeres alemanas: no han atendido correctamente su principal deber, que es el de la maternidad y la educación de los hijos. Las actividades de las mujeres fuera de la casa han debilitado las bases de la familia. “Pero nosotras, las mujeres, tenemos la capacidad, el poder, para salvar esta encrucijada. Nosotras tenemos que volver a los sentimientos femeninos y de piedad. Abrir un periodo en el que nos inclinemos a tener hijos”.

Para situar el debate en su contexto, hay que subrayar que el libro de Herman no es ni mucho menos la única voz que se alzaba en ese sentido. En los mismos días en que aparecía El principio de Eva, la cuestión de la función de la mujer como madre salaba al debate político.

La periodista sueca Elise Claeson escribía en el Svenska Dagbladet: “Rara vez una campaña política se ha encontrado una opinión tan marcada. Es como si todas las madres del país se hubieran puesto en pie como una sola mujer y gritado a los políticos: Oídnos, queremos ser madres (…). Durante décadas, la elite sueca ha procurado que la mujer olvide que es madre. Lo llaman ´trampa de mujeres´ en la política sueca. Ya sabéis, es el repiqueteo continuo: las mujeres no debemos elegir libremente porque entonces elegiremos mal. De ahí los tipos impositivos que quitan más de la mitad tanto a los ingresos de la madre como a los del padre y los dividen en pequeños, muy pequeños subsidios para tener control sobre nosotros (…). Nos dicen que dar prioridad a los hijos es realizar una mala elección, pero, qué curioso, sólo para las mujeres. De hecho no existen ´trampas para hombres´. Los padres que quieren ´hacer de madres´ son los héroes de la elite”.

Aquí, hay, pues, un asunto de importancia evidente en la sociedad europea, y más especialmente en aquellos países donde más elevado es el número de mujeres inmersas en el mercado laboral. Naturalmente, la opinión feminista oficial reacciona con virulencia. En el caso de Eva Herman, se desató una campaña tenaz que ha ido empujando a la periodista, poco a poco, a una progresiva marginación, hasta su despido de la televisión pública alemana. Es un proceso que no suena nuevo: la nueva inquisición actúa así. Ahora bien, el problema persiste.

Las mujeres que toman la palabra para intervenir en este debate exponen sus propios planteamientos. Todas ellas son mujeres de vida profesional ilustre: periodistas, políticas, escritoras, profesoras… Pero quienes viven realmente el problema no son ellas, mujeres cuyo éxito profesional puede compensar el sacrificio de la vida familiar, sino la inmensa mayoría de las mujeres trabajadoras, generalmente en puestos sufridos, poco brillantes, que no compensan el sacrificio. Cuando eso ocurre en sociedades incapaces de engendrar hijos para garantizar la tasa de supervivencia, entonces el debate se convierte en algo que conviene plantearse en serio.

Información de atreveteapensar.com

domingo, 9 de septiembre de 2007

El problema del mestizaje en Venezuela

Desde que aparecieron los primeros vástagos del cruce entre blancos y aborígenes se les llamó mestizos, tanto en Venezuela como en el resto de América. No parece haber existido variaciones importantes alrededor de esa acepción de dicho término, el cual, según el criterio del Inca Garcilaso de la Vega, «...fue impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en indias...» Hubo en cambio, diferentes tipos de mestizos, cuya distinción les fue indispensable, ya que a partir de ella se establecían en la sociedad colonial diversos grados para poder alcanzar ciertas prerrogativas sociales. José Gumilla señala las 4 generaciones principales siguientes: de europeo e india sale mestiza (dos cuartos de cada parte), de europeo y mestiza sale cuarterona (cuarta parte de india), de europeo y cuarterona sale ochavona (octava parte de india) y de europeo y ochavona sale puchuela (enteramente blanca).
El autor de El Orinoco ilustrado y defendido agrega que si la mestiza se casa con mestizo, la prole se llama vulgarmente «tente en el aire», porque ni es más ni es menos que sus padres, y si la mestiza se casa con indio, la prole se llama «salto atrás», porque en lugar de adelantar algo, se atrasa o vuelve atrás. Estas denominaciones no eran absolutamente rígidas, aunque alrededor de ellas giraban todos los prejuicios raciales sobre los hijos de españoles e indios durante la Colonia en Venezuela.
El proceso de formación de la población mestiza en el territorio venezolano se inició prácticamente desde el desembarco de los españoles en las costas del mismo. Alonso de Ojeda ya en 1500 estaba unido a una india con la que se casó y tuvo varios hijos. En las islas de Cubagua y Margarita, desde mucho antes de 1550 se extendió el mestizaje con fuerza. De allí surgió Francisco Fajardo, el mestizo venezolano más destacado del siglo XVI. En las ciudades de Coro, El Tocuyo y Barquisimeto, tan pronto como se fundaron empezaron también a llenarse de mestizos. Pero siempre existió un núcleo de venezolanos, descendientes de los españoles, que no se mestizo con los nativos.

A mediados del siglo XX, especialmente tras la segunda guerra mundial, una nueva corriente de inmigración llegó a Venezuela, asentándose en enclaves racialmente puros como la Colonia Tovar, o algunas zonas de Caracas, donde se mantenían asentamientos de europeos (especialmente españoles, franceses o ingleses) que mantenían su núcleo familiar racialmente impermeable al mestizaje con los descendientes aborígenes de los indios venezolanos o los esclavos negros traídos de Africa durante la época colonial.

Más del 60% de la población se agrupa en los valles y piedemontes de la Cordillera de la Costa y los Andes, mientras que hay zonas con una bajísima densidad demográfica en las regiones de Los Llanos y la Guayana, que conforman más de las tres cuartas partes del territorio nacional.
El cuarenta por ciento de la población está asentada en los ocho complejos urbanos más poblados. En el sur de Venezuela, en el Delta del Orinoco y en la parte noroeste y suroeste de la región zuliana se localiza la casi totalidad de la población indígena, que apenas alcanza un 1,5 por ciento del total nacional. Y si tomamos en cuenta todos los centros poblados considerados estadísticamente como población urbana, casi el 90 % de la población venezolana sería urbana, lo que constituye uno de los porcentajes más elevados del mundo. Este predominio de la población urbana se debe al largo y continuado proceso de exodo rural y la progresiva concentración de la población inclusive, en el medio rural..

En Venezuela, la proporción de población joven con respecto a la población total, sigue siendo muy numerosa, aunque tiene tendencia a disminuir, como resultado del lento aunque continuado proceso de disminución de la natalidad, motivado, a su vez, por el descenso de la tasa de fertilidad (las mujeres tienen menos hijos a medida que pasan los años). El hecho de la disminución progresiva de la natalidad se debe, principalmente, a dos factores fundamentales: por una parte, al largo proceso de éxodo rural que se ha producido en Venezuela en el último medio siglo. Y en segundo, lugar, al proceso de liberación femenina, ya que la mujer ha comenzado a ir desplazando al hombre en numerosas profesiones universitarias que antes le estaban casi vedadas. El alargamiento de los estudios de la población femenina, al estudiar cada vez más carreras universitarias, ha hecho que la población femenina retrase bastantes años, sus planes relativos a la maternidad.

No existen diferencias étnicas muy notables en la distribución de la población a escala nacional, lo cual significa que siempre ha existido una gran movilidad geográfica: los venezolanos nunca han tenido muchos obstáculos para desplazarse de un lugar a otro como residencia definitiva, aunque esta situación ha cambiado recientemente, como consecuencia de lo que podríamos llamar la "saturación de las grandes ciudades" para recibir nuevos inmigrantes. Sin embargo, pueden distinguirse algunas regiones en las que el impacto de la historia ha dado origen a ciertas diferencias que, aunque no son muy notables, siguen siendo bastante evidentes. Es el caso de la población afroamericana, descendiente de los antiguos esclavos africanos, la cual se concentra en las regiones de Barlovento, parte oriental del estado Miranda y en las tierras ubicadas alrededor del Golfo de Paria, que son las regiones donde se desarrollaron las haciendas más importantes de cacao, las cuales utilizaban mano de obra esclava procedente de los países del Golfo de Guinea. Esta población ha venido en gran parte a trasladarse a las ciudades más importantes ya que su comportamiento dentro del proceso de éxodo rural es el mismo que el resto de la población rural. La población mestiza, que es la mayoritaria, se localiza en casi todo el país, principalmente en la región andina y el norte de Venezuela, que eran las zonas donde abundaba más la población indígena antes de la llegada de los españoles. La población de origen español se ubicó en las ciudades más importantes y en la región de Los Llanos, que estaba muy poco poblada por los indígenas, como resultado de la introducción del ganado, principalmente equino y vacuno, que no existían en América antes de la época colonial. La ganadería llegó a tener mucha importancia en Venezuela, hasta el punto de que uno de los primeros productos de exportación fueron los cueros de las reses. Y no solo fue la población de origen español (peninsulares, canarios y criollos) la única que se dedicó a la ganadería, sino también los mestizos y hasta los indios: los kariñas del suroeste del estado Anzoátegui son ganaderos en la actualidad y desde hace mucho tiempo.

En los últimos años, sin embargo, la situación se ha agravado mucho. Desde el ascenso de Hugo Chavez al poder, las fronteras venezolanas se han vuelto mucho mas permeables. La colonia cubana, país totalmente mestizo, y colombiana, ha crecido desproporcionalmente en ciudades como Caracas, fomentando aun más el mestizaje racial y la perdida gradual y alarmante de individuos no mezclados racialmente.

sábado, 1 de septiembre de 2007

La situación de la mujer palestina en la ocupación sionista


Interesante artículo de la palestina Muna Coobtee:

En un artículo del 2002, la feminista burguesa Andrea Dworkin ignorantemente describe la participación de la mujer palestina en el movimiento de resistencia contra la ocupación israelita. Ella describe las “bombas humanas suicidas” como una reacción a la violación y a la violencia sexual que ellas han sufrido en “una sociedad que odia a la mujer.” Dworkin se pregunta, “¿Como puede alguien revelarse en una tierra donde las mujeres están a un nivel más bajo que los animales?”

Una descripción más correcta de la participación de la mujer en la resistencia a la ocupación colonial del pueblo palestino viene de Leila Khaled. “No hay bombas humanas suicidas sino que hay luchadores por la libertad,” le dijo a un grupo de universitarios británicos en el 2002. “Nosotros glorificamos la vida porque queremos paz, pero cuando seguimos siendo blanco de los israelitas, no creo que vayamos a reunirnos con ellos con flores. Nosotros continuamos nuestra lucha por todos los medios, incluyendo la lucha armada.” (telegraph.co.uk, mayo 12, 2002)Khaled es miembro del Frente Popular para la Liberación de Palestina (PFLP por sus siglas en inglés). Ella llamó la atención al mundo sobre la lucha de los palestinos cuando junto a sus camaradas del PFLP secuestró cinco aviones en 1970 demandando la libertad de prisioneros políticos palestinos. La realidad es que la mujer palestina ha participado en todas las formas de resistencia, incluyendo la resistencia armada, desde que el pueblo palestino ha estado luchando por la liberación nacional.
La Historia de Resistencia a la Ocupación
La resistencia a la ocupación de la mujer palestina tomó muchas formas en los primeros días del Mandato Británico y cuando un fuerte influjo de pobladores sionistas comenzó a ocupar las tierras palestinas. En 1929, se realizó en Jerusalén el primer Congreso de Mujeres árabes palestinas con la participación de más de 300 delegadas de todo el país. Esas mujeres dejaron los confines tradicionales de sus hogares y del campo para demandar la libertad de los prisioneros políticos palestinos, el fin a la compra de armas por parte de los sionistas y la independencia para Palestina. Aquel congreso emitió una declaración revolucionaria para dejar de lado sus otras responsabilidades y “Apoyar a sus hombres en esta causa [nacional].”

En los años treinta, se formó un grupo de mujeres militantes llamadas Zahrat Al-Okhowan para luchar en contra de la ocupación de Palestina por Gran Bretaña.En 1936, en reacción a los pobladores sionistas que estaban desplazando a los palestinos, los trabajadores de Palestina—hombres y mujeres por igual—llevaron a cabo seis meses de huelga general. Toda la vida normal se paralizó. La huelga general de 1936 fue la huelga más larga en la historia del Medio Oriente. En 1948, después de la partición de Palestina por parte de las Naciones Unidas y la creación de Israel, más de 800.000 palestinos—cerca del 90 por ciento de la población palestina—fueron expulsados de sus tierras por la fuerza. La activista y feminista palestina Reem Alnuweiri describió el impacto de la expulsión en las mujeres:“[La] mujer palestina también se convirtió en refugiada y su misión crítica fue mantener intacta la identidad nacional de Palestina. Ella tuvo que curar los dolores, reunificar las familias, asegurar la comida en la mesa junto a su compañero, y sobre todo, conservar la memoria. ...

Los palestinos criados por familias de refugiados, que nunca vieron Palestina, tienen un claro panorama de ello, sólo por las memorias de sus madres y abuelas, y la trascendencia continúa a través de las generaciones.”Durante y después de la guerra de 1967, Israel expandió sus fronteras por la fuerza para anexar los territorios ocupados de Gasa y Cisjordania. Esta guerra le dió nueva energía al pueblo palestino. Hubo un entendimiento creciente de que la liberación nacional debía ser llevada a cabo por aquellos que viven bajo la ocupación, o sea por los mismos palestinos.Mujeres palestinas salieron en grupo y participaron en protestas y marchas para promover la conciencia sobre la injusticia de la ocupación israelí. Se formaron los Comités Populares de Ayuda para apoyar a los prisioneros palestinos y a sus familiares. A fines de los 70, todas las facciones políticas palestinas tenían comités de mujeres, además de las muchas organizaciones de caridad para crear conciencia y educar a las mujeres para resistir la ocupación.


A finales de los años sesenta, se formaron organizaciones guerrilleras palestinas dentro de Gasa y Cisjordania y los campamentos de refugiados en Jordania y el Líbano. Muchos palestinos fueron entrenados para llevar a cabo ataques contra blancos militares israelitas y para organizar y proveer por las necesidades básicas del pueblo, incluyendo recursos de comida autosuficientes para los campamentos de refugiados. Esas escuelas guerrilleras brindaron entrenamiento militar para mujeres jóvenes. Todas las organizaciones principales de resistencia reconocieron que las mujeres palestinas eran uno de los recursos más importantes de la revolución. Esto afirmó aun más que la liberación de la mujer era fundamental para la liberación de Palestina. A medida que la mujer continuaba peleando y manifestando, la lucha en los hogares palestinos entre el hombre y la mujer y la herencia tradicional de la vieja Palestina también continuaban. Las mujeres tenían que discutir con sus familias para que se les permitiera participar en reuniones políticas, para recibir entrenamiento militar o para hacer guardia. La cultura palestina como cualquier otra cultura en esos tiempos alrededor del mundo, enseñaba que la mujer no podía trabajar fuera de sus hogares y al mismo tiempo mantener su honor. Despacio, a través de la continua participación de la mujer en la lucha, el concepto de honor se extendió para incluir la contribución de la mujer al movimiento así también como a su propio crecimiento y desarrollo en aras de la liberación nacional.

La Mujer, Central en la Intifada
Un punto elevado de la participación de la mujer ocurrió durante la primera Intifada, o “Levantamiento” que comenzó en 1987. La mujer jugó un papel prominente en liderar las manifestaciones, creando comités de ayuda popular, y más notable, en el inicio y el mantenimiento de campañas de boicot contra productos israelitas en las regiones de Gasa y Cisjordania. Esta iniciativa de boicot fue muy difícil de llevar a cabo debido a la falta de industria palestina indígena. Para convencer a las familias palestinas de boicotear productos israelítas, era necesario ofrecerles productos y salarios alternativos estableciendo sus propias industrias locales como la elaboración de queso, pan y dasarrollar jardines comunitarios.Las campañas de boicot se realizaban además del activismo en las calles confrontando directamente la ocupación de las fuerzas israelítas. Cuando un soldado israelí arrestaba a un niño palestino las mujeres salían a la calle demandando que liberaren al niño—como si fuese su propio hijo. Con docenas de mujeres exigiendo que dejaran en libertad “a su propio hijo,” los soldados a veces se sentían presionados para dejar en libertad al niño que tenían bajo custodia.


El retroceso de los Acuerdos de Oslo
En 1993, Israel y los líderes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) firmaron los acuerdos de paz de Oslo. Los Acuerdos de Oslo incluían un acuerdo interino debido al cual Israel retiraría sus fuerzas de Cisjordania y Gasa. Los palestinos reemplazarían las fuerzas israelítas por “un gobierno autónomo palestino.” Esta nueva Autoridad Palestina tenía tareas administrativas de gobierno sobre porciones de Cisjordania y Gasa, altamente segmentadas, asemejándose al estilo Bantustan de Sudáfrica bajo el régimen del apartheid. El acuerdo dejó los asuntos del “estatus final” para que se decidiera en una fecha futura. Estos asuntos incluían las fronteras artificiales entre el futuro estado palestino e Israel, el derecho al regreso de los refugiados palestinos que fueron expulsados en 1948, y la reubicación de los pobladores israelitas que estaban aumentando rápidamente en Gasa y Cisjordania. El Acuerdo de Oslo no proporcionaba ninguna ayuda para los palestinos que continuaban viviendo bajo la ocupación israelí. Sin embargo, le otorgaba a Israel la habilidad de adquirir y controlar tierras palestinas ambos financiera y militarmente. Los Acuerdos de Oslo también promovían la falsa noción de que los palestinos tenían la habilidad de funcionar como una sociedad independiente mientras seguían viviendo bajo la ocupación. Oslo fue negociado y firmado por palestinos ricos en la Diáspora que querían un semi-estado para sus riquezas. A cambio, estuvieron de acuerdo con una solución similar al Apartheid con la esperanza de lograr más para ellos en el futuro.Después de los acuerdos, comenzó a surgir una división de clases y una disparidad en los sueldos. Crecieron los suicidios, la drogadicción, las violaciones y la pobreza extrema para la mujer. Muchos de los pequeños negocios que se habían desarrollado durante la Intifada para mantener la sociedad, se cerraron, al no poder competir con la producción masiva y los precios más bajos de los nuevos dueños palestinos

Un cambio cualitativo tomó lugar en la participación de las mujeres palestinas en el movimiento de liberación nacional. Un sector del movimiento de la mujer, bien financiados por organizaciones internacionales no gubernamentales, promovieron el punto de vista de que había llegado el momento para lograr una paz comprometida. Estas ONGs, con empleados asalariados e independientes comenzaron a inundar la sociedad palestina. No tenían conexión a nivel local con los comités populares que habían funcionado para proveer por las necesidades de los palestinos, mientras que peleaban la ocupación. La mayoría de las ONGs tenían un enfoque estrictamente humanitario, sin reconocer que el pueblo palestino todavía estaba viviendo bajo las condiciones crueles de la ocupación israelí.

Para 1994, un año después que se firmaron los Acuerdos de Oslo, había 800 ONGs en los territorios—una por cada 3 500 personas. Estaban recibiendo más de $200 millones de dólares con condiciones explícitas impuestas por sus donadores, calculadas para excluir la clase de activismo que había sido el sello de los años ochenta. Los Estados Unidos a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional “donó” millones de dólares a las ONGs de Gasa y Cisjordania, con el fin de influenciar la sociedad palestina. Estas ONGs no tenían ninguna conexión entre las feministas y las aspiraciones nacionales de las mujeres palestinas. Como resultado, el movimiento de mujeres palestinas se despolitizó y se fragmentó. El movimiento de mujeres se dividió entre esos grupos de mujeres que continuaban trabajando a través de las ONGs y el sector del movimiento de la mujer en contra de la ocupación. Aquellas que sentían que el movimiento de liberación nacional y la liberación de las mujeres eran parte del mismo problema, permanecieron en las calles. Esas mujeres insistían que las raíces de la opresión estaban conectadas a la ocupación. Este segmento del movimiento de mujeres es el que todavía provee por las necesidades de las mujeres palestinas durante la actual crisis de la segunda Intifada, que comenzó el 28 de septiembre del 2000. La actual Intifada es una respuesta a las condiciones brutales impuestas a los palestinos por el gobierno de Sharon en Israel bajo la dirección de la política exterior estadounidense en el Medio Oriente. Las tácticas represivas de incursiones diarias por parte de las tropas israelitas en ciudades y villas de Gasa y Cisjordania, las continuas inspecciones restringiendo la movilidad para trabajar y la demolición ilegal de las casas y las propiedades de la agricultura, son algunas de las medidas utilizadas contra el pueblo palestino.


La Unidad y el Movimiento Palestino
El movimiento de resistencia palestino, ha sobrevivido por décadas. Se ha desarrollado en un movimiento que envuelve todos los sectores de la sociedad palestina; hombres, mujeres y estudiantes de todas las religiones. Su meta sin duda es conseguir la paz con unidad. El movimiento de resistencia palestino respeta la necesidad de todos los palestinos. Después de décadas de resistencia a la ocupación y la opresión, palestinos progresistas saben que cualquier lucha por la liberación nacional no tiene lugar para el sexismo o la discriminación basada en religión o color. Nosotros encontramos la fuerza en nuestra resistencia colectiva, en todas las formas posibles para mantener nuestra supervivencia como pueblo. El desafío de los palestinos a las medidas brutales impuestas por la ocupación israelí ha creado una unidad nacional inquebrantable y sin precedente. El pueblo de Palestina—ya sea en Cisjordania o en Gasa, ya sea viviendo entre las fronteras de 1948 o viviendo como refugiados alrededor del mundo esperando regresar a sus hogares—eventualmente triunfarán. Después de una lucha larga y difícil, llena de sufrimiento pero siempre con mucha esperanza, la perseverancia, determinación y la fuerza colectiva del pueblo palestino los llevará de regreso a una Palestina Libre.